Los
periódicos de información general tienen multitud de secciones, pero sólo la
sección política refleja el alma de una cabecera. Columnistas, gaceteros y plumillas
escriben ríos de tinta sobre partidos y legisladores a diario.
Los periodistas facilitan al
ciudadano la información necesaria para conocer y juzgar la actuación de sus
gobernantes. Para la ocasión he querido traer la serie y posterior adaptación a
la gran pantalla, La Sombra del Poder,
en inglés State of Play.
State of Play es una serie televisiva de la BBC de seis capítulos
emitida en el año 2003, escrita por el guionista Paul Abbott y dirigida por
David Yates, conocido por dirigir cuatro películas de la Saga Harry Potter. El telefilme relata la
historia del periodista Cal McCaffrey en su investigación por resolver la
muerte de Sonia Baker, una joven asesora política que trabajaba en el despacho
del Parlamentario Stephen Collins.
A través de los seis episodios,
Yates nos sumerge en la redacción del diario The Herald, recreando cómo investigan los periodistas, detallando
los obstáculos que se encuentran y descubriendo las luces y sombras de la profesión. Se trata de un thriller político
ambientada en Londres, donde no faltan políticos, policías, asesinos
profesionales y empresas de seguridad con fines poco claros.
El reparto lo componen:
- John Simm en el papel del periodista Cal McCaffrey, recordado como Sam Tyler en la serie británica de detectives Life on Mars (2006).
- David Morrissey como el parlamentario Stephen Collins, conocido por ser el Gobernador en la serie The Walking Dead (2010).
- Kelly Macdonald como la inexperta periodista Della Smith, que interpreta a Dolly en Anna Karenina (2012).
- Bill Nighy como el director del periódico Cameron Foster, que dio vida a Rufus Scrimgeour en la primera parte de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (2010).
La serie tuvo una muy buena acogida
entre el público británico, y ganó tres premios de la Academia Británica del
Cine (BAFTA, por sus siglas en inglés) en el año 2004. Los premios fueron en la
categoría de mejor banda sonora, para el mejor montaje y al mejor actor para
Bill Nighy. Como curiosidad este actor es el que se esconde tras el rostro del
Pirata Davy Jones en la saga de Piratas del Caribe. Además atesora otro BAFTA
al mejor actor de reparto por Love
Actually (2003), y un Globo de Oro al mejor actor de miniserie por La hija de Gideon (2005).
Asimismo,
cabe destacar la nominación de Paul Abbott a mejor guión por esta serie en los BAFTA
de 2004. Aunque al final no lo ganara, Abbott siempre es garantía de una buena
trama. La serie que más fama le ha dado fue Shameless (2004), en la que narra
con humor las peripecias de un clan de
hermanos que han de sobrevivir al abandono de sus padres. Además el guionista
británico fue nominado seis veces por sus guiones televisivos en los BAFTA,
ganando el premio a mejor guión en dos ocasiones: una con la serie Cracker (1993) y la otra con la serie Clocking Off (2000).
El éxito de la serie británica atrajo
la atención de los productores de Hollywood siempre atentos a las buenas ideas.
En el año 2009 se estrenaba la película La
Sombra del Poder, esta vez ambientada en la ciudad de Washington. Dirigida
por Kevin Macdonald, recordado por El
último Rey de Escocia (2006), contaba en su reparto con actores como
Russell Crowe, en el papel del aguerrido periodista Cal McCaffrey; Rachel
McAdams como la joven informadora Della Frye; Helen Mirren como Cameron Lynne, directora
del Washington Globe (adaptación
americana del diario The Herald
británico); y Ben Affleck, interpretando al Congresista estadounidense Stephen
Collins.
El largometraje cuenta una
historia de poder y contrapoder, de políticos y periodistas. A través de una
intrincada trama el director trata de delimitar la figura del verdadero
periodista y de excluir al extraño, al que no vale, al que se corrompe en el
camino hacia la verdad. Es muy interesante el diferente trato que McCaffrey
otorga a Della Frye según avanza la película. Al principio no hace sino atacarla
por su condición de bloguera, tachándola de escribir porquería. Sin embargo, una vez demostrada su valía y tenacidad al final de la
historia, McCaffrey se refiere a ella como periodista.
La
contraposición de los dos personajes, el curtido periodista frente a la
periodista novata, da mucho juego en las conversaciones. McCaffrey es un
informador de relieve con técnicas de pillo y con un prestigio ganado sobre el
papel. Della Frye es ambiciosa, escribe chismes en un blog de la edición
digital, tiene empuje y no le teme a nada, en definitiva, alguien recién
llegado al gremio y que ignora los peligros de alcanzar una información de
calado.
Pese a la tirantez inicial entre
ambos, él termina por guiarla en la profesión, ejerciendo el papel de Tutor en
la gran prueba de fuego que es el periodismo. Como anécdota, Frye pierde todo bolígrafo que pasa por sus manos, haciendo
gala de su humor McCaffrey le regala lo que él denomina “collar festivo nunca
más sin bolis”. Un colgante hecho sólo con bolígrafos.
La figura de Russell Crowe es
clave en toda la historia. Recorre la ciudad con un Saab antiguo y desecho,
lleno de periódicos, revistas y basura acumulada en los asientos traseros.
Viste con estilo, pero descuidado en su barba y maneras. Vive solo en un
pequeño apartamento, entre montañas de desorden y diarios por el suelo. Por si
fuera poco, le gusta la música country y bebe como un auténtico irlandés. Pese
a todo lo descrito es un gran periodista, tiene una extensa agenda de contactos,
no teme bajar a las alcantarillas y es astuto en la forma de investigar, tanto
en su trato con la policía como con los forenses, o con los políticos.
Por otra parte, la fotografía de la película tiene un solo
tema, la ciudad de Washington. Ya sea a lomos del destartalado “Saab 900 con
asientos de velvetón” de McCaffrey o sentado en el metro de la capital
estadounidense, el espectador tiene la sensación de conocer hasta el último
rincón de la ciudad. Escenarios que van desde las alcantarillas, los lugares
más sórdidos y oscuros, hasta el Congreso y la explanada del Obelisco, que
tantas veces ha retratado el séptimo arte. A su vez se capta la redacción del Washington Globe en todo su esplendor, con
puestos de redacción hasta arriba de folios, periódicos viejos y archivadores.
Una estampa más que conocida en el mundillo.
Paralelo al argumento principal,
el Congresista Collins aborda el problema de la Privatización de la Seguridad
Estatal. En una crítica velada a la empresa de mercenarios Blackwater, Callins
centra toda su campaña contra la ficticia compañía de seguridad Pointcorp, que
en un guiño al periodismo tiene sus oficinas
instaladas en el edificio Watergate de la capital estadounidense.
Por otro lado, los dardos de la película alcanzan al mal
periodismo, aquél que abona rumores, emponzoña la realidad y hurta la
posibilidad de transmitir una información útil y de calado. Cal McCaffrey llama
‘chacales’ a sus compañeros de la televisión, denunciando por el camino el
poder destructivo de los medios de comunicación.
Otro de los focos de la trama es
la relación entre el periodista y la directora del diario. El trato entre los
personajes de Russell Crowe y Helen Mirren es tenso, a veces cortante y
maleducado. Ella no duda en tacharle de ‘capullo’ y él tiene una placa en su
mesa que reza: ‘NEVER TRUST AN EDITOR’, nunca confíes en un editor, en
castellano.
Como
bien apunta mi amigo Guillermo Verdín, la directora tiene el papel más
complicado porque está nadando entre dos aguas. De un lado tiene que rendir
cuentas a los dueños del Washington Globe,
con el consiguiente deterioro de la información, y del otro es periodista y
quiere ayudar a McCaffrey a llevar a buen puerto su gran investigación.
A pesar de lo que pueda parecer en
ciertos momentos, el aprecio de la directora por su periodista estrella queda
patente no ya en palabras, sino en los hechos. Da tiempo a McCaffrey a
completar su artículo, le pasa por alto obviar informaciones que podrían dar
rentabilidad al periódico y le hace caso cuando éste le pide que permita a
Della Frye continuar ayudándole.
Para terminar este artículo, traigo
las palabras de McCaffrey respondiendo al congresista Callins, un alegato a
favor del buen periodismo que suscribo al completo…
-
Sabes, resulta ridículo tu sentido de la responsabilidad.
-
“Lo dices, porque ya nadie lee los periódicos... ¿Es eso?, sólo es una noticia
más, un par de días de follón y luego es papel de envolver... Entre todos los
cotilleos y especulaciones que impregnan la
vida de los ciudadanos, yo creo que saben diferenciar entre una noticia de
verdad y una patraña. Y se alegran de que haya alguien que se preocupe de dejar
constancia y publicar la verdad.”
¡Que la disfruten!
Publicado el 18 de marzo de 2013 por Joaquín Rodríguez
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