Por BÁRBARA HERMIDA
Si pensamos
en Alfred Hitchcock, nos viene a la memoria grandes películas como Psicosis,
Con la muerte en los talones o los Pájaros. Rebeca siempre ha sido la gran
olvidada por las críticas y valoraciones en la carrera del director.
Sin embargo,
es importante señalar que sólo Rebeca, de entre los filmes y nominaciones de
otras películas del director, fue la que
consiguió en 1940, el premio de la Academia a la mejor película.
La trama de
la película está en completa armonía con las características artísticas de
Hitchcock: una turbia historia de amor anterior, un romance de cuento de hadas
amenazado por el pasado y, ante todo, el espectro del pasado amenazante.
La historia se puede dividir en dos partes, según el estilo que emplea el director en el desarrollo de cada una de ellas:
En la primera parte del filme, se hace uso de un estilo que se puede considerar como comedia; que una joven ingenua y alegre, que trabaja como señorita de compañía de una gran dama, se enamora en Montecarlo de un viudo, Max de Winter.
Max de Winter es un aristocrático que vive atormentado por la muerte de su primera mujer Rebecca, que se había ahogado en un barco un año atrás.
Ambos personajes se casan impulsivamente y de forma austera, tras un corto pero intenso romance en Montecarlo, y se van a vivir a la mansión de Manderley, donde habitaban anteriormente Rebecca y el señor de Winter.
pero nada más llegar a la mansión, comienzan las rivalidades entre la nueva señora de Winter y el ama de llaves, la señora Danvers, que todavía es fiel a la difunta Rebecca.
Es aquí donde el director cambia las directrices de la película, e introduce elementos de misterio y de suspense, que se centran sobre todo en el odio del ama de llaves hacia la joven, que se hace patente en la constante comparación que hace con la antigua señora de Winter, lo que hace sentir a la protagonista que se halla fuera de lugar.
Tal vez sea en este instante donde nos encontramos con una de las escenas más características de la película de Rebecca, en la que la señora Danvers hace gala del amor que sentía por la anterior señora de Winter y con esa frialdad que la caracteriza, deja claro a la protagonista que ella jamás será la señora de Manderley, y nunca será capaz de reemplazar a la difunta Rebecca.
Pero la verdadera trama de la película se desarrolla tras el descubrimiento del barco naufragado de Rebecca con un cadáver en su interior; un descubrimiento que conlleva una investigación policial, chantajes, odios etc., que acaban trastocando para siempre el futuro del joven matrimonio de Winter.
Esta película, como ya hemos citado, fue dirigida por Alfred Hitchcock en 1940, y representa la primera película que este director realizó en Estados Unidos; y la última película ambientada en el estilo más puro de Inglaterra.
La película fue nominada a los óscar más destacados: mejor director, mejor guión, mejor actor y actriz principales entre muchos otros; sin embargo, solamente conseguiría la estatuilla a la Mejor Película.
Tal vez el dato más curioso que encontramos en la película, al igual que en la novela de Daphne du Murier en la que está basada, es que en ningún momento se hace referencia al nombre de la protagonista. Durante las dos horas que dura la película, la nueva esposa del señor de Winter nunca es nombrada por su nombre de pila.
En un primer momento, el guionista de la película pensó en llamar a la protagonista Daphne en honor a la autora de la novela, pero tanto el productor como el director se negaron en rotundo. Y es que la omisión del nombre de la protagonista es esencial para remarcar la fuerza con la que Rebecca se mantiene en la mansión y en la vida del señor de Winter y todos los personajes de Manderley. Una vez más, vemos como la joven queda en un segundo plano, doblegada ante el inmenso poder de la difunta esposa de Winter; solamente el nombre de Rebeca es el que tiene importancia, el que tiene lugar dentro de la película.
Debido al gran éxito que tuvo esta película en España, empezó a conocerse, y así se mantiene hasta nuestros días, como Rebeca al tipo de chaqueta que llevaba la actriz principal a lo largo de toda la película, aunque dicha actriz no hiciera el papel del personaje de Rebeca.
En definitiva, una película en la que la que Hitchcock hace gala de sus capacidades como director. Y gracias a su maestría, sumada a la gran profesionalidad y capacidad artística de Laurence Olivier (Max de Winter), Joan Fontaine (la nueva esposa de Winter) y Judith Anderson (la sra. Danvers), hacen de esta historia de amor un gran clásico de suspense e intriga que mantendrá a los espectadores en vilo hasta el último instante.
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