domingo, 19 de mayo de 2013

El tiempo en manos de un niño

POR JOAQUÍN RODRÍGUEZ


                La invención de Hugo Cabret es un cuento hecho para mayores, narrado desde los ojos de un niño. La obra fue escrita por Brian Selznick y se publicó en el año 2007. La obra narra la historia de un chico que pierde a su padre y comienza a vivir solo en una estación de tren de París, en la década de 1930, que le llevará a conocer al enigmático dueño de una juguetería, llamado Mélies.
                Selznick es un ilustrador y escritor estadounidense conocido por su literatura infantil con obras como La Caja de Houdini y El Rey Robot. Este autor es nieto del mítico productor de películas de Hollywood David O. Selznick, que produjo títulos como Lo que el Viento se llevó o Rebeca.
                El salto a la gran pantalla viene en el año 2011 en EEUU y un año más tarde en España, bajo el nombre: La invención de Hugo. La versión cinematográfica, corre de la mano del director Martin Scorsese. Cuenta entre su reparto con dos niños protagonistas, que a pesar de su corta edad ya han despuntado: Asa Butterfield como Hugo Cabret, conocido por El Niño con el pijama de Rayas, y Chloë Grace Moretz como Isabelle, conocida por su actuación en el filme Kick-Ass. Completando el plantel de protagonistas, destaca la figura del juguetero Mélies, un hombre misterioso al que da vida Ben Kingsley.
 
                El elenco de secundarios también es fabuloso: Jude Law como el padre de Hugo, Christopher Lee como el enigmático librero, Richard Griffiths como el simpático Monsieur Fricks y Sacha Baron Cohen en su papel menos estrambótico, como guarda de la estación. La película fue nominada a once premios Oscar del 2011, ganando las cinco estatuillas técnicas: mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor sonido, mejor edición de sonido y mejores efectos visuales.  Unos galardones que podrían haber sido más, de no haberse llevado The Artist los premios a mejor película, mejor director y mejor banda sonora, entre otros.

                Scorsese hace gala de su pericia como director, con travellings imposibles que siguen al protagonista por túneles y recovecos de la estación de trenes; con escenarios repletos de extras en los que destacan los andenes y salones de la estación, bañados por el humo de máquinas de ferrocarril. Todo ello ambientado en el París de los años treinta, con panorámicas nocturnas de la Ciudad de la Luz en las que destacan edificios como la Catedral de Notre Dame y la Torre Eiffel.
 

                 El juego de los relojes es fundamental para la película. Hugo Cabret se dedica a arreglar y mantener a punto la maquinaria relojera de la estación de trenes, el oficio lo aprendió de su padre y de su tío. Desde los números que marcan las horas, el pequeño observa el mundo singular de la estación con la seguridad de no ser descubierto. Numerosos planos muestran las posibilidades de espiar a viajeros y transeúntes desde esa pequeña atalaya. Para terminar, la puesta en valor de los relojeros como verdaderos magos habilidosos, capaces de crear y arreglar artefactos delicados y de gran pericia técnica como los autómatas; el mismo mimo que los cineastas ponen a sus obras.
 
                La historia principal se basa en la relación entre Hugo e Isabella, dos niños que descubrirán y mejorarán su mundo gracias a sus modestos conocimientos, él de relojería y ella de literatura. Se trata de una visión idílica de la infancia, una imagen tierna de dos niños que nos guían por su pequeño mundo, con aventuras que harán las delicias de los espectadores. El director adopta la visión del niño, pone el cine a su altura y ensalza la capacidad de éste para arreglar su mundo, el de todos.

                Un cuento hecho película sobre el tiempo en manos de un niño, que reúne para mayores y pequeños la dosis exacta de magia, ternura, ingenio e ilusión.  





Publicado por Joaquín Rodríguez el 19 de mayo de 2013.

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