martes, 30 de abril de 2013

Cuando la vida te sabe a poco. El Club de la Lucha.

Por JOAQUÍN RODRÍGUEZ


            La película que tengo el placer de presentar es un filme extraño, oscuro y por momentos carente de vida. El club de la lucha es una mezcla explosiva de violencia, crítica acerada y rebeldía. Para unir semejantes elementos, en la dirección encontramos a David Fincher, dos veces candidato al premio Oscar por El Curioso Caso de Benjamín Button en 2008 y por La Red Social en el año 2010.

             El Club de la Lucha es la creación de dos desconocidos, de dos personas desarraigadas de la sociedad en la que viven, que un buen día descubren en la violencia del combate, una vía de escape y de realización. Edward Norton se mete en el papel de Jack, un perito de seguros sin vida más allá de su trabajo. Acompañando a Norton, encontramos a Brad Pitt en la piel del camarero y vendedor de jabones Tyler Durden, un aparente triunfador de ideología antisistema. Completando el reparto, Helena Bonham Carter da vida a Marla Singer, la peculiar amante de Tyler.

             El club de peleas clandestinas que fundan Brad Pitt y Edward Norton es su refugio, su cueva frente a una sociedad que los aliena, frente a una publicidad que los atonta y frente a una vida insulsa que les hace estar muertos en vida. Aunque la primera regla de esta particular asociación, es precisamente no hablar del Club de la Lucha, hay que destacar varios aspectos.

El primero, la actuación magistral de Brad Pitt. El actor estadounidense saca lo mejor de sí con David Fincher, un director con el que ha trabajado en títulos como Seven y el Curioso Caso de Benjamin Button. Sus duras y contundentes soflamas en contra de la sociedad capitalista atraen la atención por su pegada, por su certero retrato de lo que vivimos de la forma más cercana. En la siguiente escena queda de manifiesto el poder de convicción de nuestro protagonista antisistema…

 

La interpretación de Edward Norton no se queda atrás y son dignas de admirar las escenas en la oficina junto a su jefe, las conversaciones neuróticas frente a Marla en las terapias de grupo, y la candidez que demuestra hacia Tyler Durden. Su personaje va evolucionando conforme avanza la película, pasa de ser un pusilánime a enfrentar la vida con un arrojo inusitado.

Un actor que apuesta por papeles de mucha complejidad psicológica en sus películas. Muestra de ello son las dos nominaciones al Oscar que atesora. Una en la categoría de mejor actor de reparto en Las dos Caras de la Verdad por dar vida al joven Aaron Stampler, y otra en la categoría al mejor actor por meterse en la piel del neonazi Derek Vinyard en American History X.

Resalta también, el ambiente sucio y decadente en el que se mueven nuestros personajes fumadores. Desde los sótanos de un bar con las columnas forradas de poliespán y el suelo marcado por la sangre de los púgiles, hasta el aspecto desvencijado de la casa donde viven. Para meter al espectador de lleno en ese caos, la banda sonora de los Dust Brothers ayuda a potenciar la sensación de degradación, de violencia explícita, de tocar fondo.

La película fue estrenada en 1999, obteniendo poco éxito en la cartelera. Un fracaso inicial que con su salida en DVD comenzó a remontar el vuelo, terminando por convertirse en una película de culto y mejor valorada por el público. La cinta estaba basada en la adaptación de la novela del estadounidense Chuck Palahniuk, Fight Club de 1996.

Aunque se trata de una fiel adaptación del libro, la película se diferencia en algunas cosas de la obra original. En la novela el narrador de la trama no desvela su nombre, en cambio en la película dice que se llama Cornelius. En el libro ambos protagonistas se conocen en una playa nudista y en el filme se encuentran por vez primera en un avión. La cinta es un relato mucho más lineal que el texto original, en el que hay numerosos saltos de tiempo y espacio.

Tanto la película como la novela, narran la historia de unos hombres encerrados en sí mismos, que se ven abocados a la primitiva violencia como método de escape ante la sociedad inane que les consume. La crítica abunda en las frases cortas, mordaces y certeras de los personajes y poco a poco su mensaje aterrador y destructivo cala en el espectador. El Club de la Lucha supone un remedio violento ante una existencia vacía, un combate psicológico de los protagonistas frente a una vida que les sabe a poco.






Publicado el 30 de abril de 2013 por Joaquín Rodríguez.

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